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Compartir es vivir

El valor de encontrarse, compartir y vivir una experiencia similar. Hacer de los BOLOS nuestro elemento de unión. Saber que, no muy lejos de tí, hay mujeres que mantienen una lucha similar, anima y estimula para seguir recorriendo camino. Una andadura que, en muchos casos, no es sencilla, sin embargo no cabe duda de que JUNTAS siempre se avanza y se consigue más.

Con estas consignas decidimos que nuestros pasos dentro del Programa Mujer y Deporte de este año se encaminarán a encontrarnos, a que las fronteras y los kilómetros que nos separan no sean un impedimento para conocernos, compartir y aprender. Unas practicamos bolo palma y otras bolo celta, unas son gallegas, otras cántabras y otras asturianas, pero fundamentalmente todas somos mujeres y para todas los bolos forman parte de nuestras vidas.

El lugar: Santander. El momento: la Semana Europea del Deporte. La programación: intensa.

¿Por dónde comenzamos? Parece lógico hacerlo por el principio. Una trayectoria larga en el caso del bolo palma (20 años) como testimoniaron Jacinto Pelayo, José Ángel Hoyos, Angélica Ruiz e Iris Cagigas. Un inicio en el que las mujeres mayores ayudaron con su participación a que las jóvenes jugadoras se pudieran establecer como categoría y paulatinamente ir cediendo terreno, armadas de generosidad y sensibilidad.

No tan larga es la vida de la categoría femenina en bolo celta, pero sí la presencia de las mujeres jugando. Una historia de mujeres con coraje y valentía que lucharon incansablemente por poder jugar a los bolos. Para ello tuvieron que competir con los hombres, desoír comentarios y derribar barreras de prejuicios fuertemente arraigados y conseguir no solo jugar, sino ganar, tanto partidas como respeto y reconocimiento. Como es el caso de Blanca Lago (jugadora gallega de bolo celta) que nos narró su historia, un camino de lentas y firmes conquistas, nos puso la piel de gallina, las lágrimas en los ojos y nos llenó de orgullo.

Y del Aula Madera de Ser saltábamos a la bolera, con la sensación de que hablábamos de bolos, pero teníamos diferentes visiones de lo que significan para nosotras. Para bolo celta, la excusa para reunirse, pasarlo bien, disfrutar juntos y en familia. Sin embargo en bolo palma nos hemos “profesionalizado” de forma que hablamos de entrenamientos y competiciones, dejando de ser la bolera solo un lugar donde encontrarse y convivir, para convertirse en un terreno de juego.

Pero en la “Mateo Grijuela”, dejamos nuestro “espíritu competitivo” a un lado y las bolistas más jóvenes junto a las consagradas enseñamos a las visitantes nuestro deporte vernáculo. Gallegas y asturianas no lo dudaron y en cuanto pudieron saltaron al corro y comprobaron cómo un juego “con muchas reglas” no es tan fácil cuando te pones en el tiro. Cambio total de concepción, “bracear” por “dar vueltas”, “fuerza” por “precisión”… Una vez superadas las dificultades iniciales con unas enormes ganas de aprender, dan como resultado que al cabo de varios intentos aparezcan grandes jugadas.

Casi sin tiempo para recuperarnos de una gran jornada cargada de nervios, emoción e historias vitales marcadas por la superación, volvimos al Aula Madera de ser, un domingo que se planteaba al menos tan interesante como el día anterior.

Si el sábado comenzamos hablando de los inicios como jugadoras; el domingo árbitras y directivas tomaron protagonismo. Ya que a lo largo de este tiempo, nuestro paso por el mundo de los bolos nos ha llevado a que las mujeres seamos capaces de abrirnos hueco en diferentes estamentos como el arbitraje y los puestos de responsabilidad federativa.

Cuatro mujeres, Blanca Gandarillas, Lidia Ruiz Salmón, Elsa Suárez y Rocío Menéndez, son ejemplos de que en el desempeño de cualquier puesto, la personalidad, profesionalidad, actitud e implicación deben ser los aspectos a tener en cuenta para considerar si una persona es válida, porque NUNCA ser hombre o mujer debe ser un argumento de peso para juzgarlo.

Nos quedamos con su ejemplo y sus retos, entendiendo que el futuro de los bolos se tendrá que construir de manera conjunta, que los viejos prejuicios tienen que ser algo ya más que superado, porque “cuando cae la nieve y sopla el viento blanco, el lobo solitario muere, pero la manada sobrevive” y todos nos necesitamos para poder ver más allá y tratar de superar lo que parece un futuro incierto, ya que, juntos no solo somos más, sino que también somos más fuertes.

Y para despedirnos y cerrar el programa de actividades qué mejor forma de hacerlo que en la bolera practicando bolo celta. “Menos reglas” que el bolo palma, pero no exento de dificultad, cambiar la perspectiva a la inversa, “dar vueltas” por “bracear”, “precisión” por “fuerza”… simples conceptos vencidos de nuevo, por las ganas de disfrutar y conocer otra forma de vivir y sentir los bolos.

Transcurridos unos días, podemos decir que este encuentro nos ha dejado huella,  revitalizado, e insuflado un soplo de aire fresco. Pero también nos ha “dejado recado” a las jugadoras de bolo palma para que la competición y “profesionalización” no nos impidan tener en cuenta la esencia social de nuestro juego. Y asimismo, les ha dejado testimonio a las jugadoras de bolo celta que necesitan de las escuelas deportivas para poder seguir avanzando.

Por último, hay algo fundamental que nos ha recordado este encuentro y es que las mujeres tanto en la vida, como concretamente en el mundo de los bolos en este caso, estaremos donde las mujeres queramos y luchemos por estar.

  1. “Porque ser valiente no es solo cuestión de suerte”
    (Valiente – Vetusta Morla)
Miriam Velarde Soberón
Vocal de la Federación Española de Bolos (Responsable Programa Mujer y Deporte)